Las reglas del método sociológico

José Haya de la Torre
14 de Octubre

Les regles du méthode sociologique (Las reglas del método sociológico) publicada en 1895, fue una de las obras que causó mayor polémica entre toda las escritas por Durkheim, por cuestiones tales como el hecho de considerar a los fenómenos sociales como cosas. En ella Durkheim define el campo y el objeto de estudio de la sociología además de proponer un método científico para una ciencia que él entendía como nueva. En ésta y todas sus obras se encuentra un claro énfasis en la sociedad, en lo colectivo, colocando a lo individual a su interior.

En la obra de Durkheim encontramos diversos frentes en donde protagoniza fuertes polémicas y desarrolla sus ideas. Tres de ellos pueden ser planteados como dicotomías.

El primero resulta de la relación entre sociedad e individuo, donde Durkheim toma partido por la sociedad; es decir, considera que es ella la que permite entender al individuo, y no al revés. La segunda dicotomía se encuentra en el debate entre objetividad y subjetividad. Aquí Durkheim carga sus tintas hacia lo objetivo. En este punto podemos distinguir entre lo que vendría a ser la objetividad o subjetividad de los objetos de estudio en sí, de lo que sería la objetividad o subjetividad de las actitudes hacia aquellos objetos. La tercera dicotomía se da en el choque entre sociología y psicología, donde Durkheim aboga por la sociología (se aprecia aquí el largo debate con el sociólogo Gabriel Tarde, quién, en oposición a Durkheim, plantea un método sociológico basado en la psicología, a la que él llamó “interpsicología”).

La obra sociológica de Durkheim abarcó un cuarto frente que tiene especial relevancia. Éste frente se refiere a definir a lo social como un aspecto que puede ser explicado sólo por lo social. Se distancia, entonces de otras maneras de entender lo social, como podría ser la biología o la geografía . Durkheim se propone la tarea de definir a la sociología como un ciencia social en términos tales que lo social pueda entenderse a partir de si mismo. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que concluyó con éxito esta empresa.

A lo largo de su carrera docente Durkheim aglutinó muchos discípulos que destacaron en diversas disciplinas, entre ellos lingüistas como Granet, antropólogos como Mauss, economistas como Simiand, sociólogos como Halbwachs, entre otros, formando lo que podría llamarse una escuela durkheimiana. Además, Durkheim funda una revista especializada en sociología, llamada L’Anée Sociologique (“El Anuario Sociológico”), que tuvo gran importancia, pues las recensiones que se publicaban acerca de otras obras sociológicas de diversos temas permitían difundir el cuerpo de la sociología, y de alguna manera mantener una relación dinámica entre los lectores y los sociólogos investigadores que publicaban.

Durkheim es consciente de que la sociología es una ciencia que está en sus orígenes, una ciencia incipiente. Esto tiene mucha importancia, pues el autor plantea luego que la sociología debería mirar a ciencias más desarrolladas como punto de referencia para aprender de la experiencia de ellas. Sin embargo, debe dirigir esta mirada solamente en la medida en que los métodos que se aprecien en otras ciencias no violenten al objeto de la sociología. Resulta pues muy crítico de las ciencias o pseudociencias que pretenden “pasar” por sociología y no los son. Reniega además de la falta de método y organización en el trabajo sociológico que se había llevado a cabo. Es por ello que se propone exponer las bases de, lo que vendría a ser, el método sociológico; el cual debe corresponder con el objeto de estudio sociológico.

Cada ciencia tiene su campo, y debe ser lo suficientemente consistente para que pueda encontrar, en sí misma, explicación a los fenómenos que encierra. La propuesta de Durkheim es que el campo de la sociología debe estar constituida por “hechos sociales” (referido a la noción de “cosa” que se explicará más adelante), y debe tener un método que se adecue a este objeto de estudio.

Es así como la base del método sociológico para Durkheim debe ser la objetividad. Esta objetividad requiere rechazar la subjetividad, la cual siempre está pronta a aparecer. Para alcanzar la objetividad es necesario desechar lo que se entiende como prenociones , ya que éstas pueden sesgar nuestras observaciones y desarrollos analíticos, y por tanto invalidar nuestro estudio. La ciencia, en aras de la objetividad, debe buscar la “evidencia sistemática”.

Por otra parte es necesario utilizar una definición rigurosa de los fenómenos, para que dichos conceptos puedan ser aplicados a todos los casos que correspondan con dicha definición. De esta manera se eliminaría todo aspecto subjetivo de los conceptos científicos. Para ello, las definiciones deben alejarse de los casos individuales. Además en Las reglas del método sociológico Durkheim pone de manifiesto que la ciencia no tendría sentido si no nos resulta útil para la vida práctica.

En el primer capítulo Durkheim define el objeto de estudio de la sociología como los hechos sociales. Ensaya la siguiente definición, bastante completa: “todo modo de hacer, fijo o no, que puede ejercer una coerción exterior sobre el individuo; o también, que es general en todo el ámbito de una sociedad dada y que, al mismo tiempo, tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales” .

En su libro sobre Durkheim, Lukes afirma que éste ve los hechos sociales como extendidos a lo largo de un continuo. “En un extremo están los fenómenos sociales estructurales o morfológicos (que cuentan con un alto grado de consolidación) que constituyen el sustrato de la vida colectiva (…) Luego están las normas institucionalizadas, que pueden ser más menos formales (…) y finalmente y ocupando el resto del continuo están los hechos que no se hallan institucionalizados ya (casi no presentan grados de consolidación pero tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo)…, como pueden ser por ejemplo las corrientes de opinión” .

En el segundo capítulo, dedicado a la observación de los hechos sociales, hace referencia al comportamiento que debe tener el sociólogo frente a los hechos. Así, Durkheim propone como “primera regla, y la de carácter más fundamental el de considerar a los hechos sociales como cosas” . El gran debate que surgió en torno a esta idea debe ser analizado con mucho cuidado, ya que se puede perder el sentido que el autor dio a tal afirmación, o se puede perder el sentido real llevando a límites forzados las definiciones de las categorías empleadas.

Durkheim nos dice que son cosas en el sentido en que se oponen a la idea, como aquello que es conocido desde fuera. Son cosas en el sentido en que “no podemos hacernos una noción adecuada por mero procedimiento de análisis mental”, en el sentido en que el espíritu los puede comprender “a condición de salir de sí mismo, por medio de observaciones y experimentos, pasando de los caracteres exteriores a los más profundos. Para entender esto, es necesario tomar en cuenta que Durkheim propone que la sociología debe tomar distancia respecto a la realidad social, para estudiarla de forma objetiva. Es necesario entonces descartar las prenociones antes mencionadas. Se podría distinguir entre las prenociones del vulgo y de las de los científicos. Estas últimas deben ser descartadas por obligación, pero las prenociones del vulgo no se pueden dejar de lado, ya que constituyen hechos sociales.

Surge entonces, la pregunta de cómo se conceptualizarían los fenómenos que se quiere estudiar. Los hechos más externos deben brindar nociones preliminares que engloben a todos los hechos que presenten las mismas características. Así, Durkheim establece como regla el “no tomar nunca como objeto de nuestra investigación más que a un grupo de fenómenos previamente definidos por ciertos caracteres exteriores que le son comunes e incluir en la misma investigación a todos aquellos que corresponden a esta definición” . Es probable que las nociones que usen los sociólogos discrepen con las del sentido común. Los caracteres exteriores que percibimos primero los captamos, obviamente, primero por medio de la sensación para que luego sean razonados. El sociólogo debe ser precavido a la hora de percibir el carácter exterior de los hechos sociales, debe captarlos de una forma que sea lo más alejado posible de sus manifestaciones individuales, ya que para Durkheim la variabilidad es sospechosa de subjetividad. Debemos encontrar un término medio en las variaciones registradas previamente.

El tercer capítulo, dedicado a la distinción entre lo “normal” y lo “patológico”, tiene una importancia crucial, entre otras razones porque se refiere a la utilidad de la sociología. Utiliza ejemplos de la física, de la química y de la biología como orientadores en su estudio. En este capitulo podemos notar que, para Durkheim, la sociología cumpliría el papel de biología y medicina sobre el organismo social (sociedad). Para ello recurre a las nociones de lo normal y lo patológico (apreciamos gran influencia de la biología), y pretende darnos un criterio objetivo para poder diferenciarlas entre sí. La sociología entonces pretenderá enfrentar lo patológico en la sociedad.

El capítulo cuatro, probablemente el más débil, pretender enseñarnos cómo construir tipos sociales. Ya que lo normal y lo patológico se establecen en razón a cada organismo, resulta necesario entonces establecer tipos sociales. Este capítulo descansa muy fuertemente en la concepción evolucionista que tiene Durkheim de las sociedades.

Los últimos capítulos, el quinto y el sexto, se refieren a la explicación y a la demostración. Aquí se pone en manifiesto el énfasis en la peculiaridad de los hechos sociales –su carácter sui generis-, en aquello que los diferencia de los hechos estudiados por otras disciplinas científicas.

Encontramos en Durkheim una serie de dualidades que caracterizan el estilo de exponer sus ideas. Stanner escribe: “los historiadores de las ideas tendrán sin duda mucho que decir de la inclinación de Durkheim por el dicotomismo y el dualismo” . Encontramos por ejemplo la dicotomía entre el individuo y la sociedad, entre la solidaridad mecánica y la orgánica, entre lo sagrado y lo profano, entre las sociedades establecidas y sociedades transitorias, entre sociedades tradicionales y sociedades modernas, entre otras.

Una dualidad importante se da entre sociedad e individuo. Si bien Durkheim pone énfasis en la sociedad, no desconoce el lado individual. Él mismo dice que no hay sociedad sin individuos; sin embargo es cuando los individuos están relacionados entre sí que surge la sociedad. Ella tiene características propias que no se encuentran en los individuos particulares. Luego podemos concluir que para Durkheim los individuos asociados son la clave para entender a los individuos en sí mismos.

Este énfasis puede ser entendido viendo que para Durkheim no podemos hablar de sociedad sin hablar de hecho social. Los hechos sociales al ser considerados como cosas se oponen a las ideas en el sentido de que las cosas están “fuera” de nosotros y las ideas “dentro”, como ya dijimos. No podemos entonces mezclar ambos conceptos. La cosa ejerce sobre nosotros una fuerza llamada coerción, la cual no depende de nosotros. La sentimos y reaccionamos frente a ella (dejándonos llevar o resistiéndonos). Esa fuerza existe en hechos exteriores a nosotros. En esta línea Durkheim piensa que el individuo es hechura de la sociedad en la que vive, y no al revés.

Por ejemplo la idea de individuo autónomo es fruto de las sociedades modernas donde la división social del trabajo está muy desarrollada y los individuos se encuentran en situaciones muy diferentes. Los distintos medios sociales en los que los individuos se desenvuelven los fuerzan a ser diferentes y a realizar actividades diferentes. Resulta natural que se crean autónomos, pues se sienten autónomos. Pero la individualidad, que en efecto existe, no se explica por los individuos en sí mismos, ya que como hecho social es una realidad objetiva, con bases y resultados objetivos, a través de los cuales podemos entender al fenómeno social.

En el capitulo tres se trata, como ya dijimos, de la distinción entre lo normal y lo patológico (otro dualismo más en la teoría durkheimana). Para entender mejor esto debemos familiarizarnos con la analogía que hace Durkheim entre sociedad y organismo (biológico). En este sentido se aprecia el afán moral de Durkheim, pues pretende buscar un orden en la sociedad.

Durkheim examina críticamente la distinción entre el ser y el deber ser. Según quienes defienden de manera tajante esta distinción, la ciencia se ocuparía del ser y no del deber ser, pues no nos dice qué fines debemos perseguir. Para la ciencia no habría hechos condenables. La ciencia se ocuparía de la relación entre medios y fines, mas no de los fines en si mismos. Ante ello Durkheim objeta que “todo medio es en sí mismo un fin, y para ponerlo en práctica hay que quererlo al igual que al fin”. Apreciamos aquí el carácter práctico de la ciencia de Durkheim, pues nos dice la ciencia debe servir para dirigir la conducta.

En la distinción entre lo normal y lo patológico parece haber una analogía con la distinción entre salud y enfermedad. Durkheim encuentra un criterio objetivo en relación a este tema, aplicable tanto a las sociedades como a los individuos. Este es el que para todos, “la salud es buena y deseable, mientras que, por el contrario, la enfermedad es algo malo, que debe ser evitado”.

Durkheim examina algunas prenociones para poder distinguir científicamente entre la salud y la enfermedad. Primero descarta la prenoción del dolor como manera de definir la enfermedad (por que se puede dar en momentos saludables). La adaptación tampoco responde a la pregunta, pues no se puede distinguir objetivamente entre una mejor o peor adaptación. Tampoco explica la dicotomía la prenoción de que la disminución de posibilidades de sobrevivir define al dolor, ya que esta disminución se da muchas veces por causas naturales, o la enfermedad no tiene muchas veces ese resultado.

Descartadas todas estas prenociones lo único que nos queda es la deducción. Empezar por lo externo. Así Durkheim define: “llamaremos normales a los hechos que presentan las formas más generales”. De esta manera el tipo normal se refiere al tipo medio específico; toda desviación respecto a ese patrón es un fenómeno mórbido. Se reconoce entonces lo normal como lo común, y lo que es patológico como lo excepcional. A su vez, Durkheim pone énfasis en que es necesario identificar en qué fase de desarrollo se encuentra la sociedad para saber si algo es normal o no: lo que para una sociedad salvaje es normal, puede resultar patológico en una sociedad civilizada, y viceversa. Durkheim nos dice que “un hecho social sólo puede ser llamado normal en una especie social determinada en relación con una fase, igualmente determinada de su desarrollo.

Debemos tener cuidado a la hora de hacer la analogía entre normal/patológico y salud/enfermedad porque la misma enfermedad es algo común, y por lo tanto normal; en el sentido que en que es inherente a cada sociedad.

Durkheim propone tres proposiciones con respecto a este tema:

1) Un hecho social es normal para un tipo social determinado, considerado en una determinada fase de su desarrollo, cuando se produce en el término medio de las sociedades de ese tipo, consideradas en la fase correspondiente de su desarrollo.
2) Los resultados del método precedente se pueden verificar haciendo ver que la generalidad del fenómeno depende de las condiciones generales de la vida colectiva en el tipo social considerado.
3) En necesario efectuar esta verificación, cuando ese hecho se refiere a una especie social que aún no ha terminado la totalidad de su evolución

Se nota al acento que pone Durkheim en el carácter orgánico de la sociedad, y además en lo que respecta al desarrollo de las sociedades (el cambio como característica inherente de la sociedad), es en ese punto donde se aleja de la biología. Porque si bien sabemos que las especies evolucionan, lo hacen en un proceso muy lento casi imperceptible, por el contrario, los cambios en las sociedades pueden muy bruscos y en una dirección determinada. Luego, podemos reconocer momentos de transición donde surgen nuevas formas de pensar, de sentir, que serán la normalidad del futuro. En este momento la gente sigue pensando, sintiendo y actuando con las formas obsoletas, entonces, lo que aparece como patológico será después lo normal. Es, en general, a partir de las desviaciones de las normas, que se proponen nuevas formas, nuevos valores, que se establecerán en la normalidad futura.

El criterio teórico de la distinción entre lo normal y lo patológico, se asienta en la generalidad de los fenómenos normales; el criterio empírico es el de la sujeción del fenómeno patológico a las condiciones generales de vida del tipo social considerado . Este criterio se vuelve necesario, pues en las sociedades actuales encontramos que muchos fenómenos, que Durkheim considera patológicos, se encuentran generalizados.

Es así como Durkheim se ve en la necesidad de postular la anormalidad de esos fenómenos refiriéndose a una sociedad futura. Recordemos que Durkheim hace la separación entre sociedades establecidas y sociedades transitorias (distinción que deriva de Saint-Simon ). La sociedad desde la que él escribe es una sociedad transitoria, pero sus conceptos hacen referencia a una sociedad futura, la que supuestamente ha de establecerse. En aquella sociedad, suponemos, muchos fenómenos patológicos dejarán de ser generalizados y se podrá aplicar de manera más directa los conceptos del autor.

El problema es que esa sociedad futura da sospechas de no llegar, al menos en los términos que definirían a lo patológico como tal. Queremos decir con esto dos cosas, no necesariamente excluyentes entre sí. En primer lugar, que la sociedad que Durkheim imagina como próxima a establecerse podría sorprender con impensados arreglos que no cabrían en los conceptos propuestos por el autor, donde lo patológico no sea normal. En segundo lugar, podría suceder tal vez, que no exista una sociedad totalmente establecida (en estricto sentido no existe). Puede ser que Durkheim no haya percibido (o no haya querido percibir) el carácter ambiguo y contradictorio de la sociedad, donde muchos fenómenos patológicos sigan generalizados, anhelando la llegada de “la” sociedad establecida. En todo caso surge un tema de discusión y de debate al preguntarnos hasta dónde llegan las definiciones de Durkheim en su afán de aplicarse a todos los fenómenos .

Si bien lo patológico es algo “normal” en las sociedades, inherente a ellas, las distintas patologías deben ser tomadas como anormales en cada sociedad para que puedan ser contrarrestadas. La patología misma, si se quiere, puede ser enfrentada como algo anormal. Apreciamos aquí el carácter práctico de la propuesta durkheimiana, y he ahí su carácter moral. Pues pretende calificar de bueno y malo, fenómenos sociales específicos.

Otro punto de vista con el que podría mirarse el problema sería ver a las contradicciones sociales como parte de la realidad misma, mas no como algo patológico; es decir, que no estén cargadas de la moralidad que Durkheim impone en su distinción. Simplemente que sean, pero esto merece mayor estudio.

Según Lukes “el fundamento de esta distinción es el deseo de Durkheim de proporcionar una base científica a sus juicios de valor”. Si esto es cierto, no le resta mérito, pues logra su propósito y genera un aporte importantísimo para las ciencias sociales (e incluso para las ciencias en general). Lukes critica que en Durkheim la salud esté determinada por las condiciones de vida, porque esto impide ver alternativas históricas para cualquier nivel de desarrollo. El temperamento dicotomizante de la postura durkheimana lleva a que “tienda a idealizar a las sociedades que concebía como integradas, ignorando sus tensiones y sus conflictos internos, mientras que para él las realidades de su propia realidad sólo son desviaciones patológicas del que debería ser su estado futuro, normal, idealmente integrado” .

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