Análisis de sueños y mercancías: Marx y Freud

Existen paralelos entre el análisis de las mercancías y el análisis de los sueños del psicoanálisis y estos coinciden en el tema de la falta de transparencia de las relaciones sociales. Tanto Marx como Freud parten de un mismo proceso lógico para entender la mercancía y el sueño respectivamente. En ambos casos se trata de entender el secreto de la forma y no el secreto detrás de la forma.

Marx. Su análisis a dos pasos es el siguiente:

1. Penetrar el “misterio” del valor de la mercancía
2. Buscar el misterio de esta forma-mercancía. Es decir, el proceso mediante el cual el significado oculto se ha disfrazado de esa forma

Freud: Análogamente, dice con respecto a los sueños:

1. Hay que entender al sueño como algo que transmite un mensaje reprimido
2. Entender como es que fueron sometidos los mensajes

Síntoma y fetichización

De esta manera, ambos llegan a la idea de “síntoma” entendido como la ruptura en un fundamento universal, en la medida en que éste incluye siempre una excepción. Los pensamientos latentes en algún momento pueden ser reprimidos y manifestarse durante los sueños. Aquí ya hay un síntoma que aunque sea identificado es difícil de superar.

Marx encuentra el síntoma en el tránsito del feudalismo al capitalismo, en el que el individuo bajo la ilusión de la libertad, reprime la verdad, que es que sigue siendo dominado y explotado. La noción de “fetichización” es muy importante en esto. Consiste en “cosificar” relaciones, individuos o construcciones sociales. Durante el feudalismo las relaciones sociales estaban fetichizadas, es decir, se tomaban como naturales y divinas. Esto se supera en el capitalismo pues la fetichización se traslada a las mercancías. Así, las relaciones se piensan en términos de cosas (la productividad del trabajo) y no de individuos. En otras palabras, se disfrazan las relaciones sociales que hay detrás. La libertad como ideología universal implica un síntoma en la medida en que surge en un contexto (el capitalismo) en el que el individuo se ve obligado a vender su fuerza de trabajo, como una mercancía más, para subsistir. Bajo la noción de libertad opta por ser esclavo. El síntoma tanto para Freud como para Marx es la evidencia de que las relaciones existentes están permaneciendo ocultas.

Ambos buscan ir más allá de la fascinación propiamente fetichista del contenido: ir a la forma, al secreto de la forma. Ambos tienen un modo similar de llegar a una respuesta válida sobre lo que se plantean o mejor aún, de plantearse la pregunta.

Dar cuenta sobre lo que estructura las relaciones sociales, es justamente develar el síntoma que está detrás de ellos, que se oculta en la ideología y encierra contradicciones en su forma. Esto no se develaría si sólo viéramos el núcleo de la realidad ontológica, lo que es necesario es examinar las relaciones que lo constituyen. Relaciones que están atravesadas por la ideología que no es sólo una falsa conciencia sino como se elabora la realidad sobre la base de la falsa conciencia. El carácter del fetichismo, contribuye a la formación de esta falsa conciencia, en tanto este consiste en un falso reconocimiento con respecto a la relación entre una red estructurada y uno de sus elementos.

La falta de transparencia de las relaciones sociales se da cuando un efecto en la red de relaciones entre elementos, parece una propiedad inmediata de uno de sus elementos, como si esta propiedad también perteneciera a la red, fuera de su relación con los demás elementos. Este falso reconocimiento para Lacan se expresa en el estadio del espejo: sólo reflejándose en otro hombre, y en la medida que este otro ofrece una imagen de su unidad, es que el ‘yo’ puede alcanzar su identidad propia. Debido a esto, identidad y enajenación serían relativas. Sin embargo, de aquí no se deduce que las relaciones sociales estén de por sí fetichizadas como correlación de la fetichización de las mercancías en el capitalismo. Al contrario, lo que ocurre es lo opuesto.

En sociedades capitalistas donde el fetichismo de la mercancía acontece, las relaciones entre los hombres no están claramente ‘fetichizadas’ y lo que hay, son relaciones entre gente ‘libre’ y cada persona sigue su propia interés egoísta. Por supuesto, está libertad que se obtiene a través de una abstracción en las relaciones de intercambio económico, que iguala a los individuos intercambiantes, justamente, forma parte del síntoma, en tanto supone libertades contrapuestas, pero tal como lo señala Zizek, el individuo goza de estas contradicciones en la medida que su lógica se le escapa, y aún cuando identifique el síntoma, ya sea a manera de Kinismo o Cinismo(1), el síntoma no se disuelve porque produce goce. Aquí entramos en la fantasía ideológica por la cual, lo que en realidad ocurre es un doble ilusión. En consecuencia, aún los que ‘creían saber lo que hacían’, (los cínicos que creían descubrir incongruencias y ‘a pesar de ello lo hacían’), sólo serían conscientes en un primer nivel, porque esta conciencia que les permitió darse cuenta del carácter ideológico de la realidad, se obtuvo a través de constructos, que sin embargo, están también atravesados por la ideología.

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(1)
el procedimiento kínico clásico es enfrentar las patéticas frases de la ideología oficial dominante -su tono solemne, grave- con la trivialidad cotidiana y exponerlas al ridículo, poniendo así de manifiesto, tras la sublime noblesse de las frases ideológicas, los intereses egoístas, la violencia, las brutales pretensiones de poder. Este procedimiento es mas pragmático que argumentativo en tanto subvierte la propuesta oficial confrontándola con la situación de su enunciación; procede ad hominem (por ejemplo cuando un político encomia el deber del sacrificio patriótico, el kinismo pone de manifiesto la ganancia personal que el político extrae del sacrificio de los demas).

El cinismo es la respuesta a la subversión kinica: reconoce, toma en cuenta, el interés particular que hay tras la universalidad ideológica, la distancia entre la máscara ideológica y la realidad, pero todavía encuentra razones para conservar la máscara. Este cinismo no es una posición directa de inmoralidad, es antes bien la moralidad puesta al servicio de la inmoralidad —el modelo de la sabiduría cínica es concebir la probidad, la integridad, como una forma suprema de libertinaje, la verdad como la forma mas efectiva de mentira. Este cinismo es, por lo tanto, una especie de "negación de la negación" pervertida de la ideología oficial: confrontada con el enriquecimiento ilegal, con el robo, la reacción cínica consiste en decir que el enriquecimiento legal es mucho mas efectivo y, además, esta protegido por la ley. Como Bertolt Brecht dice en su Ópera de tres centavos: "que es el robo a un banco comparado con la fundación de un nuevo banco?"

'El sublime objeto de la ideología', Slavoj Zizek