Clase de Weber

Clase de 4 de noviembre
Reiko O.

Dos miradas fundamentales de la sociología de Max Weber son:
 La acción y el poder
 El sentido y la racionalidad

Biografía
Weber nace en Erfurt, Alemania en 1864 y muere en 1920. Su vida transcurre pues, paralelamente a la de Durkheim. Ambos fueron además primogénitos, pero a diferencia de Durkheim Weber nace en el seno de una familia burguesa ligada a asuntos de Estado, y habituada a una sofisticada e intensa vida intelectual y política. El padre se dedicaba a la administración pública. La madre ejerció gran influencia personal de la religiosidad y ética luteranas sobre él a lo largo de toda su vida.

Weber se orientó hacia una carrera académica. Hizo estudios en los campos de Economía, Historia y Derecho, pero siempre teniendo la mirada puesta en el campo político. A través de su tesis de graduación y de un primer estudio sobre la inmigración de obreros agrícolas polacos al este de Alemania obtiene, siendo aún muy joven, un amplio prestigio.

En 1919 se casa con Marianne, mujer intelectual por sus propios méritos, quien formaba parte de un ala del movimiento femenista alemán, y que llegó a publicar varios libros. A la muerte de Weber Marianne escribe y publica una biografía del mismo. Por la economía precaria de Max Weber, éste dependía de su padre. Luego de un fuerte enfrentamiento con él por razones familiares, el padre muere. Esta causa le precipita y agudiza una enfermedad psicosomática que le impedía trabajar intelectualmente. Ello hace que tenga que abandonar la carrera académica, la cual sólo va a retomar poco antes de su muerte.

Sin embargo, luego de una lenta recuperación Weber va a retomar por cuenta propia el trabajo intelectual, legando una importantísima obra. Hacia 1907 recibe una herencia que le resolverá su situación económica hasta el fin de su vida. Cabe señalar que ante su enfermedad la Universidad le había ido renovando su contrato, exonerándolo de toda obligación docente.

Su Investigación
Weber se identifica tardíamente como sociólogo, aproximadamente cuando empieza a redactar Economía y Sociedad, hacia 1910, la última y quizá la más importante de sus obras, la cual no pudo terminar . En esta obra desarrolla una concepción sistemática de la Sociología en un permanente diálogo con la economía y otras disciplinas. Por ello, el sociólogo Svedberg considera a Weber el fundador de la “sociología económica”. Por otra parte, Economía y Sociedad es una obra en la cual se combina la formación de conceptos teóricos en temas como Estado, Derecho, Economía, Religión, Política, pero sobre una base histórica muy acentuada.

Weber estaba muy insatisfecho con la sociología en Alemania, por su tendencia al uso de grandes nociones con significados muy imprecisos. Un ejemplo sería la noción de Volksgeist (el “espíritu del pueblo”), empleada desde fines del siglo XVIII o inicios del XIX, y ligada a corrientes románticas y nacionalistas. Este tipo de nociones conducía hacia una sociología organicista, en la cual se habla de entidades colectivas como si fuesen entidades reales, casi personificándolas..

Weber tiene una mirada universal. No intenta establecer leyes pero admite encontrar regularidades. En este caso coincide con Durkheim, en que la sociología debe basarse en hechos comprobados, y no en nociones previas que se emplean sin haber sido previamente examinadas.
Pero quería hacer una sociología radicalmente diferente, que se muestra muy claramente en el Cap. I de la Primera Parte de esta obra, el cual contiene un conjunto muy denso de definiciones, pero construidas desde la acción individual, como veremos más adelante.

Weber es epistemológicamente un kantiano. Kant distingue entre el fenómeno, el mundo fenoménico, que es el que nos proporcionan los sentidos, y el mundo nouménico, que está más allá de nuestro alcance (el mundo “en sí mismo”), y al cual no podemos acceder. Lo que la ciencia trabaja en el mundo de fenómenos donde estarán las evidencia que proporcionan los sentidos.

La mente humana posee categorías innatas que permiten atribuir un orden a esas sensaciones que recibimos. Es el caso del tiempo, el espacio, la causa y el efecto. No son categorías que pertenezcan al mundo exterior a nosotros, sino que son la forma como nuestra mente puede conocerlo. Se trata pues, de una subjetividad ontológica. Por decirlo de alguna manera, se trata de “la estructura objetiva de la subjetividad”. La tenemos inherentemente y la usamos para atribuir un orden a los fenómenos, haciéndolos comprensibles, inteligibles.

Weber rechaza a las categorías que pretenden ubicarse en lo nouménico. Las evidencias exteriores siempre están formuladas desde un punto de vista particular, subjetivo. Y siempre puede existir una pluralidad de puntos de vista. No hay manera en que alguno de estos puntos de vista pueda coincidir con el mundo e nouménico, y nosotros llegar a saberlo. Entre el fenomeno y el noumeno hay una barrera inconmensurable.

El “Individualismo Metodológico”

Por otra parte el mundo social está compuesto por individuos. Los individuos son sujetos activos. Cada individuo tiene su propia mente, aún si pertenezca a una sociedad con “solidaridad mecánica” (Durkheim). Aún ahí cada individuo tiene su propia mente, percepción y vida. Si existe la acción colectiva es porque hay acuerdo de voluntades.

Josef Schumpeter llamó “individualismo metodológico” (IM) a esta orientación, en el caso de Weber es una estrategia destinada a evitar la reificación de conceptos colectivos. Como puede ser la noción de “clase social”. ¿Es real el fenómeno de clase en una situación determinada? La única manera de afirmarlo o negarlo es observando el comportamiento de la gente. Tomemos otro ejemplo, como es la noción de Estado. Weber lo define como un instituto político permanente que se caracteriza por el monopolio del uso legitimo de la fuerza. Sobre esa definición podemos decir que tal o cual Estado existe, sociológicamente hablando, si sus disposiciones son acatadas, y si es capaz de forzar a su cumplimiento.

El comportamiento es pues, un indicador. En este sentido hay que diferenciar el IM del individualismo ontológico. Este último afirma que los fenomenos colectivos son causados por comportamiento individual cuando se organiza masivamente. Tal es la perspectiva, por ejemplo, de la “teoría de la acción racional” (rational choice).

El concepto básico de Weber, la acción social, tiene un contenido dual: por una parte está la dimensión activa del comportamiento que hace una intervención en el mundo, y por otra el sentido (el significado) de la acción, el cual implica un mínimo de reflexividad. Esta última excluye los comportamientos reflejos, en los que no hay reflexión ni control por parte del sujeto. Como en todos los conceptos, las fronteras entre ellos pueden no ser nítidas, pero ese no es para Weber un problema central.

De otro lado, la acción es social, no cuando es una acción de muchos, sino cuando está dirigida hacia terceros. Un ejemplo de acción social sería cuando chocan dos ciclistas, pero sólo si hacen alguna maniobra para evitar el choque, o si luego se dirige el uno hacia el otro. De no haber estos comportamientos sería como si cada uno hubiese chocado contra una cosa, y ahí es claro que no se trataría de una acción social.

La ejecución reiterada de una acción social conlleva la aparición de regularidades, y con ello de expectativas. Por medio de una observación inductiva nos damos cuenta que existe regularidad sistemática. Cada uno organiza su comportamiento a partir de las regularidades que percibe en el comportamiento ajeno. Así llegamos a una noción clave, que es la de relación social. Existe una relación social según la probabilidad de una acción determinada bajo una forma previsible. Desde el punto de vista metodológico esta noción es decisiva, pues a partir de aquí todos los demás conceptos serán formulados en términos de probabilidades de comportamiento, con lo cual siempre se estará haciendo referencia, en última instancia, a conductas de individuos.

A partir de la relación social llegamos a la noción de orden social, donde se distinguen los diferentes fundamentos de las regularidades. Éstos son básicamente dos: intereses, y alguna noción del deber ser.

Los seres humanos buscan que el orden esté sostenido por algo regular, previsible. Por tanto el orden no puede basarse en la pura fuerza física, pues ésta sería utilizada arbitrariamente.


El concepto de la acción - poder y el sentido - racionalidad (inteligibilidad)

El IM de Weber significa que los fines y valores se realizan por la conducta individual; no se realizan solos, no se mantienen por si mismos. Los individuos buscan lograr sus fines personales, pero desean hacerlo teniendo paz en su conciencia; y esto sólo se logra cuando creen que sus metas personales coinciden con (o son un medio para) fines que trascienden los propios. Así, en su estudio sobre La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo Weber va a sostener que en sus orígenes modernos los capitalistas al buscar la ganancia pensaban que lo hacían “para la mayor gloria de Dios”. La “prueba” estaría en que ellos no disfrutaban de esas ganancias, sino que eran un medio para seguir trabajando y acumulando.

La noción de vocación
En Weber la noción de vocación aparece en dos contextos. Uno es a propósito de la relación entre protestantismo y capitalismo, que veremos en la siguiente clase. El otro es en referencia a actividades –o esferas de acción- que por su propia naturaleza requieren de una dedicación total, y un cierto sentido de “misión”. Dos casos de ello son, según Weber, la ciencia y la política. Sólo si se tiene vocación alguien puede dedicarse en forma fructífera a la ciencia, pues ella implica que en muy poco tiempo todo nuevo conocimiento sea superado a su vez por nuevos estudios. Si el científico actuara sin vocación, estimaría que los costos serían superiores a los beneficios.

En la política Weber distingue a quienes viven de la política, y quienes viven para ella. El verdadero político es para Weber quien, al ver destruida la obra de toda su vida, al día siguiente empieza de nuevo; la política tiene pues, un carácter heróico. Si de un lado ella aparece gobernada por una lógica maquiavélica o realista (Realpolitik), del otro si se limitara a ese realismo no iría demasiado lejos porque no se elevaría por encima de lo cotidiano. Y “la historia demuestra una y otra vez”, dice Weber, que los hombres sólo pueden lograr lo que es posible, si una y otra vez intentan lo imposible.

El Desarrollo de las Categorías Conceptuales

Empezando con la definición de acción social, Weber gradualmente agrega nuevos elementos, como la regularidad de dicha acción, la emergencia de un orden (de múltiples órdenes en realidad) y de su legitimidad, la división del trabajo al interior de dichos órdenes. De otro lado examina varias dimensiones de las relaciones sociales: cerradas o abiertas, autocéfalas o heterocéfalas, comunalizantes o asociativas. La representatividad y las formas corporadas de relación, etc.

Todos estos conceptos van a ser definidos en términos de “probabilidades”. Así, el poder es definido como “la probabilidad de que un actor dentro de una relación social estará en capacidad de realizar su propia voluntad aún a pesar de toda resistencia, y al margen de cuál sea la base de dicha probabilidad.” (Economía y Sociedad, p. 43 )

Dentro de ese campo amplio, Weber hace una distinción entre poder (en general) y dominación (Herrshaft), que significa mando, liderazgo conducción, como la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un campo específico, o incluso dentro de cualesquier campo. La dominación implica una cierta voluntad de obedecer, con lo cual llegamos al tema de la legitimidad: ¿cuál es el fundamento de la obediencia?.

Weber establece tres tipos de dominación hacia el individuo, según el fundamento de su legitimidad:

1. La autoridad legal racional; cuando el que dirige es debidamente nombrado mediante procedimientos que establece la ley. Aquí se sasume que hay una fundamentación racional, y consecuentemente una reducción de la arbitrariedad. Los que obedecen a esta autoridad son miembros, ciudadanos, etc., que hacen parte integral de un orden.
2. La autoridad tradicional; en donde la creencia en una cierta sacralidad de un orden que se considera como el único posible, fundamenta la autoridad. Los que obedecen a esta autoridad son servidores, súbditos. La relación entre dirigente y dirigido asume un carácter personal. No existe la idea de un orden impersonal, como en la primera forma.
3. La autoridad carismática; se apoya en la creencia en cualidades fuera de lo común que son atribuidas al dirigente, las que le dan derecho a dirigir. Los que obedecen a esta autoridad son discípulos, fieles, seguidores.

Todas estas formas de dominación enfrentan problemas similares. Entre ellos Weber destaca a) la sucesión, y b) el reclutamiento, mantenimiento y lealtad del cuerpo administrativo.

La sucesión
Un problema importante de la autoridad tradicional es la sucesión. Existen normas para la sucesión, pero éstas deben ser interpretadas y aplicadas en cada caso, lo cual se presta a un amplio margen de arbitrariedad, que da lugar a enconadas luchas por el poder. En el caso de la autoridad legal racional, las normas reducen al mínimo posible el margen de arbitrariedad o de incertidumbre; más aún, la norma puede prever cómo se cubrirían sus propios vacíos. En el caso de la autoridad carismática la sucesión es más problemática, porque no se puede trasmitir el carisma a un sucesor.

El cuerpo administrativo
Salvo en las formas más simples de autoridad tradicional (la patriarcal), el dirigente requiere de intermediarios entre él y la población que obedece. ¿Cómo se recluta ese cuerpo intermediario, cómo se le mantiene, y cómo se puede asegurar su lealtad?. Para Weber la relación entre el dirigente y este cuerpo es más importante que la relación con la población de base, pues ésta es vista más bien como un ente pasivo. Si se mueve, ello dependerá más bien de ese cuerpo intermediario, o de otros agentes.

En la dominación legal-racional el cuerpo administrativo recibe la denominación de burocracia. Dicho término carece de sentido peyorativo sino. Casi al contrario, significa el dominio de la oficina, del conocimiento experto y especializado, obediente a las normas y reglamentos. En esa generalidad la burocracia es fundamental en el mundo moderno, y lo es tanto para el sector público como para el privado. El burócrata accede a su puesto a partir de su capacidad. Sin embargo aún en esta forma de dominación existe lo que se llama “cargos de confianza”, donde lo fundamental es una relación personal de lealtad, que es el rasgo típico de la dominación tradicional.

En el caso de la dominación tradicional el cuerpo administrativo actúa sobre la base de una relación personal con el dirigente. Aquí Weber distingue dos formas básicas: feudalismo y patrimonialismo. El feudalismo se caracteriza porque en él tanto el señor como el vasallo disponen de sus propios recursos. La dominación surge como una relación voluntaria por parte del vasallo; quien, sin perder titularidad sobre sus pertenencias, se pone a disposición de su superior. En el patrimonialismo el dirigente aparece como el poseedor de todos los bienes del colectivo y los administra como si fueran su patrimonio personal. En ambos casos hay una relación de lealtad personal.

En la autoridad carismática casi no hay un cuerpo administrativo formal, sino hay discípulos.


El mantenimiento material
Un problema obvio es cómo sostener materialmente el cuerpo administrativo. Para ello se requiere de recursos económicos. La dominación racional-legal los obtiene de impuestos que se aplican universalmente En la dominación tradicional se trata de rentas y sobre todo de tributos, entregados además como señal de obediencia. En la dominación carismática los fieles entregan donaciones destinadas a la “causa”.


La lealtad
¿Cómo evitar que el cuerpo administrativo actúe en beneficio propio?. Veamos un caso histórico.

Mantenimiento de lealtad en Japón:
En la edad de la guerra (mediados del siglo XV hasta comienzos del siglo XVII) se podía obtener el trono del señor feudal (daimyo) por la fuerza y según la capacidad de cada persona. Por lo tanto, se necesitaba de aliados, y no dejar que los opositores crecieran potencialmente. Por ello enviaban a las hijas o a los hijos para que se casaran y fueran parientes. En la era Edo (1603-1868), comienza a emplearse sistemáticamente la figura del “rehén”: el Shogun obligaba a la esposa de cada daimyo a que viviera en la capital. Los daimyos tenían que visitarlas cada cierto tiempo en la capital, llevando los impuestos al Shogun. Este sistema comienza en 1635 y dura hasta el término de la era Edo.

Para Weber, el problema central para los dirigentes no son los dirigidos, sino la lealtad del cuerpo administrativo.

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