Etnicidad y Mestizaje 2003-2
Franco, Carlos (1991) "Imágenes de la Sociedad Peruana: la otra modernidad" Texto Exploraciones en 'otra modernidad': de la migración a la plebe urbana (pag. 79 - 109)
CEPEP, Lima
El proceso de modernización iniciado en los 50 acabó y ha sido un fracaso, pero no se ha renunciado a la modernidad.
Dos proyectos de modernidad se proponen: uno “democrático, liberal y privatista” y el otro “democrático, nacional y popular”, distintos por su orientación económica y política, su concepción del Estado y la democracia, de lo nacional y de la relación del Perú con el poder internacional, además los promotores de dichos proyectos. Pero para Franco ambos se encuentran en los orígenes sociales, ambos son parte de la población incluida en el proceso de modernización, no son de la gran población excluida.
El autor se propone explorar en los procesos, grupos y tendencias sociales abiertas en la sociedad peruana a lo largo de las últimas décadas en lo que puede enmarcarse la posibilidad de “otra modernidad”.
Una reflexión asaltada por la dudas
El autor parte de la hipótesis de la migración como el acto o proceso fundador de la “otra modernidad” en el Perú. E inicia la reflexión con ciertas reservas:
- ¿qué es lo moderno?
- ¿por qué fundarla en el pasado?
- ¿qué es la plebe urbana, como sujeto moderno?
El autor usa diversas nociones al hablar de migración: la migración como acto, el hecho mismo; como proceso, sus condiciones de inicio y fin; como experiencia, las de sus protagonistas. Y se centra en esta última: ¿cuál es el significado profundo de la experiencia de “migrar”? Plantea inicialmente que la migración supone una ruptura en la historia, entre una tradicional y otra ¿moderna?.
La migración como fundamento histórico de la “otra modernidad”
Características de la migración:
1. Migrantes provienen de comunidades campesinas y familias de siervos, peones y yanaconas de las haciendas situadas en las provincias más pobres.
2. No se concentra sólo en Lima, va a capitales costeñas y serranas, y a ceja de selva.
3. Desplazamiento del campo a la ciudad.
La migración se define como la ruptura histórica más importante de la sociedad peruana del presente siglo y que no sólo escinde nuestra visión del siglo entre las épocas de la sociedad rural y la urbana sino que abre las más decisivas tendencias y direcciones de la evolución del país. Dicha escisión supone la ruptura de las orientaciones valorativas, los patrones conductuales, los modos de la conciencia y la práctica social.
La ruptura de la sociedad rural y la migración puede explicarse por un lado por el atractivo de Lima, pero por otro, revela los mecanismos de expulsión de la sociedad rural. Una tercera explicación combina la atracción con la repulsión. Pero las 3 descartan el aspecto subjetivo de la migración: el procesar y configurar la decisión migratoria.
La decisión de migrar y la liberación de la subjetividad
Es necesario indagar el significado humano de la experiencia de abandono, partida, descubrimiento; optar entre la seguridad y el riesgo; preferir el pasado, presente o futuro; lo conocido y lo desconocido; el hábito y el cambio; la continuidad y el progreso. En algún momento dramático sentimental y racional se optó por migrar.
Decidieron por confiar en sí mismos, por el riesgo, el futuro, lo desconocido, el cambio, el progreso. Se auto definieron así como modernos, en hombres libres.
El cambio de la noción del espacio
Hasta los 50 la noción espacial era de enraizamiento al territorio, de inmovilismo, del suelo natal, y la migración contribuyó al cambio. Así el territorio podía subjetiva y realmente conocerse, y movilizarse era dominarlo, apropiarse subjetivamente del Perú, modificando la noción de espacio en los migrantes.
El cambio de la noción de tiempo
El desplazamiento también configuró la progresiva disolución de la concepción estacional y cíclica del tiempo, hubo un reordenamiento del mismo, se resignificó el pasado y el presente en función del futuro. El tiempo deja de ser ajeno para convertirse en un instrumento para sus fines. La concepción pasadista se convirtió en prospectiva, el pasado cedió al futuro definiendo el presente.
El cambio de las orientaciones psicológico – conductuales
El cambio de espacio y tiempo tuvo consecuencias en el mundo de los valores, actitudes y motivaciones, en los estilos cognitivos y operaciones intelectuales y en la orientación de sus estrategias conductuales.
El descubrimiento de un estilo cultural “cholo” organizado en torno a orientaciones prácticas, instrumentales, presentistas; al culto al trabajo duro y esforzado, al ahorro, a la planificación del futuro, al uso eficiente de recursos, oportunidades y relaciones, al cálculo instrumental de la reciprocidad, al familismo productivo, etc.
La configuración del sentido de la migración por sus consecuencias
Es reconocido que 4 son los cambios más importantes vividos en el Perú: la urbanización, la economía informal, la cultura chola y la organización popular, y ellos no son explicables sin la migración.
De la migración a la plebe urbana: entre nuevas dudas e intuiciones
La migración produjo o contribuyó a producir un sujeto moderno, pero cómo se definió? La cultura chola y la organización popular crea un poblador urbano, informal, emergente, organizador, ciudadano. Los cambios crean formas por las que los migrantes se transformaban a sí mismos y se adaptaban innovativamente a la modernización; es por intermedio de esa modernización que se producen los cambios.
Los nuevos roles que autodefinieron su relación con la ciudad, la economía, la cultura, las instituciones y el Estado, no escindían su personalidad sino que la expresaban de un modo múltiple.
Las ciudades se transfiguraron o se crearon; autoconstruyeron más viviendas que el Estado y el sector privado; crearon miles de empresas informales que se autempleaban, autoexplotaban, pero que no rompían la vida civilizada del país; sus organizaciones imprimieron la dinámica central de la vida nacional; la autoconversión de indios a cholos modificó la relación indio criollo y compiten con la cultura de las clases altas y medias.
La estrategia cultural
Características:
1. Organización de una red de recibimiento y apoyo.
2. Articulación con ciudades de llegada y lugares de partida.
3. La relación productiva en una unidad económica familiar.
4. Una particular modalidad de “moral protestante”
5. Meta mínima de reproducción tanto familiar como productiva.
6. Combinación cambiante y heterodoxa de intereses familias y colectivos, privados y asociativos.
7. Estilo político pragmático, adaptativo, contestatario.
Institucionalidad plebeya e institucionalidad modernizadora
Desde los 50 se avanzó desde una exclusión y marginalidad hasta las fronteras de la inclusión y la integración, pero la relación con la institucionalidad es ambigua: es adaptativa y cuestionadora, funcional y contestataria. Ejemplos de ello son la economía informal, los pueblos jóvenes, la organización vecinal, la cultura chola, la chicha y la cumbia andina.
En cada esfera institucional se creó un paradigma distinto pero coexistente con los paradigmas de la modernización como para autopresentarse. Para Franco los migrantes no invadieron sino que al no poder internarse, la ensancharon y desarrollaron sus márgenes, y también en la economía.
Ello fue posible por el crecimiento entre los 50 y 75, las empresas informales se eslabonaron con las empresas modernas, en sus límites; las organizaciones lograron extender, por presión, los servicios públicos. Pero tenía dos límites: la concentración del poder político y económico, y la explosión demográfica. Los límites fueron infranqueables y la crisis hizo que las estrategias sean de sobre vivencia.
Estilos políticos y culturales
Durante los 50 – 70 las relaciones políticas y culturales se caracterizaron por un presión social y una relación clientelística. La presión se hacía al Estado por servicios o el reconocimiento legal; en cambio la relación clientelística fue estable, aun en diferentes gobiernos, que expresa un pragmatismo cultural y de carácter calculador de su estrategia socio – cultural. Los mismos patrones de relación se repetían con las empresas.
La nueva cultura (o la subalterna como la llaman algunos) no era una simple variante de la moderna. Se autoconstituía en una memoria cultural andina, distinta a la moderna, y en una relación de asimilación, conflicto y recreación de los valores de al cultura dominante. Se constituía en una “cultura conflictiva”.
El registro de una ausencia: el discurso propio
Entre los productos culturales de la plebe urbana no hay presencia de organizaciones políticas propias: no se autorepresentó sino que fue representada. Ello porque no ha organizado un discurso global de sí misma, por ello no devino en sujeto político.
Dicha ausencia se explica por los diferentes compromisos populistas que asumieron, pero el no hipotecarse a algún proyecto político en especial, el autor ve la misma orientación pragmática y utilitaria expresada en otros campos de actuación y relación. En el plano político ellos reprodujeron esa suerte de cálculo costo – beneficio de su estrategia cultural.
Esta adhesión al populismo pudo hacer que la plebe urbana se convierta en sujeto citadino: el populismo fue la forma política de “su progreso” o de la idea de éste.
Franco discute la falta del discurso político de la plebe urbana por la ausencia de medios o instrumentos conceptuales idóneos, como lo plantea Quijano. El autor plantea que sí ha habido una apropiación de la lengua, de una educación universitaria, y de la presencia de dirigentes, pero coincidiendo con Quijano, no se produjo una “clase intelectual”.
Aventurando una explicación
Para Franco si no se elaboró un discurso es porque no era necesario.
Quijano plantea que un discurso no sólo depende de los instrumentos conceptuales sino de un bloqueo que tal vez lo estimule (?), pero para Franco ello sólo produce anomia, apatía. Y ella es producida a su vez por la falta de una historia, de una conciencia de memoria de ello, y de una institucionalidad que encarne los logros. Para Franco esto último sucedió con los indios pero no con la plebe urbana.
Un conjunto ambiguo de comportamientos expresan la experiencia colectiva de la plebe urbana de un límite final para su progreso: transformación de cultura subalterna a una conflictiva; el retorno o la violencia; relegamiento valorativo de los clubes provinciales a favor de organizaciones populares y comerciales; interés en los municipios distritales; crítica de sus dirigentes a los partidos; manejo particular de sus propios asuntos; relanzamiento de movilizaciones masivas y violentas. Todo ello llevaría a una suerte de situación límite que permitiría la creación de un discurso.
El APRA y la izquierda (y que se extiende a toda la clase política) entran en crisis no por falta de “modernidad” sino porque no pueden representar a la plebe urbana. Pareciera entonces para Franco que se estaría gestando un proyecto de autorepresentación política, la asociación popular – democrática.
Explorando en los contenidos del discurso posible
1. La estrategia cultural de la plebe urbana es una mezcla de intereses familiares y privados con los asociativos y colectivos: vincular ambos intereses con los planos de la propiedad, el Estado con los particulares, etc. Ese discurso no es ideológico sino pragmático, no desciende del mundo de las ideas sino asciende del mundo de la experiencia; no es por tanto ni capitalista ni liberal, ni socialista ni estatista.
2. La presión y la transacción basado en el cálculo de beneficios se debe a una orientación negociadora pero que no es revolucionaria sino reformista. Esta asociada al reconocimiento del progreso como una larga marcha en que los logros se obtienen sucesiva y no súbitamente. Accede a la democracia por medio del pragmatismo y no de la ideología.
3. La práctica socio – política se ha direccionado por una voluntad de integración social, la búsqueda de reconocimiento por el Estado y la sociedad. Es una modalidad participativa de integración. Les conviene participar del Estado porque de otro modo no podrían obtener los mismos beneficios, que deviene de un conocimiento de sus propios intereses.
4. Orientación distribucionista que viene de su presión al Estado, basada en sus precarias condiciones y en una necesidad de desconcentrar el poder y la riqueza. Para muchos analistas de distintas tendencias políticas, ello se percibe como una amenaza de presión incontrolable. Para Franco ello puede ser cierto si se mantiene una perversa dialéctica entre “lo ajeno” y “lo propio”. La orientación negociadora de la plebe se articulará mejor con la orientación al ahorro y al uso escrupuloso de factores, cuando cambie la relación entre la plebe y el Estado, titular de los recursos “ajenos”.
5. El desarrollo económico que comparten los pobres debe incluir su experiencia productiva, puesto que la norma que la orienta puede transformarse por su acceso al capital, la tecnología y el Estado. Y aunque el familismo productivo tiene sus límites, la combinación de este con la tecnología puede revolucionar el papel de la pequeña empresa. Se debe considerar también aquella particular forma de “moral protestante”: la confianza a la propia capacidad, la opción por el riesgo calculado, la organización de recursos según metas definidas, la apertura a oportunidades y su aprovechamiento eficiente.
6. Es preciso plantear que la plebe forja su cultura en el campo problemático de la relación entre las culturas india, criolla y”occidental”, y por ello es la primera síntesis y reelaboración colectiva de las vertientes de las tradiciones o corrientes culturales del Perú del siglo. Es hija de la migración, con orígenes andinos, pero también es hija de la modernidad. También tiene su origen en la cultura costeña. Por ello para Franco, es en la plebe urbana que se gesta un proyecto ancho e integrado de la idea de nación.
Franco, Carlos (1991) "Imágenes de la Sociedad Peruana: la otra modernidad" Texto Exploraciones en 'otra modernidad': de la migración a la plebe urbana (pag. 79 - 109)
CEPEP, Lima
El proceso de modernización iniciado en los 50 acabó y ha sido un fracaso, pero no se ha renunciado a la modernidad.
Dos proyectos de modernidad se proponen: uno “democrático, liberal y privatista” y el otro “democrático, nacional y popular”, distintos por su orientación económica y política, su concepción del Estado y la democracia, de lo nacional y de la relación del Perú con el poder internacional, además los promotores de dichos proyectos. Pero para Franco ambos se encuentran en los orígenes sociales, ambos son parte de la población incluida en el proceso de modernización, no son de la gran población excluida.
El autor se propone explorar en los procesos, grupos y tendencias sociales abiertas en la sociedad peruana a lo largo de las últimas décadas en lo que puede enmarcarse la posibilidad de “otra modernidad”.
Una reflexión asaltada por la dudas
El autor parte de la hipótesis de la migración como el acto o proceso fundador de la “otra modernidad” en el Perú. E inicia la reflexión con ciertas reservas:
- ¿qué es lo moderno?
- ¿por qué fundarla en el pasado?
- ¿qué es la plebe urbana, como sujeto moderno?
El autor usa diversas nociones al hablar de migración: la migración como acto, el hecho mismo; como proceso, sus condiciones de inicio y fin; como experiencia, las de sus protagonistas. Y se centra en esta última: ¿cuál es el significado profundo de la experiencia de “migrar”? Plantea inicialmente que la migración supone una ruptura en la historia, entre una tradicional y otra ¿moderna?.
La migración como fundamento histórico de la “otra modernidad”
Características de la migración:
1. Migrantes provienen de comunidades campesinas y familias de siervos, peones y yanaconas de las haciendas situadas en las provincias más pobres.
2. No se concentra sólo en Lima, va a capitales costeñas y serranas, y a ceja de selva.
3. Desplazamiento del campo a la ciudad.
La migración se define como la ruptura histórica más importante de la sociedad peruana del presente siglo y que no sólo escinde nuestra visión del siglo entre las épocas de la sociedad rural y la urbana sino que abre las más decisivas tendencias y direcciones de la evolución del país. Dicha escisión supone la ruptura de las orientaciones valorativas, los patrones conductuales, los modos de la conciencia y la práctica social.
La ruptura de la sociedad rural y la migración puede explicarse por un lado por el atractivo de Lima, pero por otro, revela los mecanismos de expulsión de la sociedad rural. Una tercera explicación combina la atracción con la repulsión. Pero las 3 descartan el aspecto subjetivo de la migración: el procesar y configurar la decisión migratoria.
La decisión de migrar y la liberación de la subjetividad
Es necesario indagar el significado humano de la experiencia de abandono, partida, descubrimiento; optar entre la seguridad y el riesgo; preferir el pasado, presente o futuro; lo conocido y lo desconocido; el hábito y el cambio; la continuidad y el progreso. En algún momento dramático sentimental y racional se optó por migrar.
Decidieron por confiar en sí mismos, por el riesgo, el futuro, lo desconocido, el cambio, el progreso. Se auto definieron así como modernos, en hombres libres.
El cambio de la noción del espacio
Hasta los 50 la noción espacial era de enraizamiento al territorio, de inmovilismo, del suelo natal, y la migración contribuyó al cambio. Así el territorio podía subjetiva y realmente conocerse, y movilizarse era dominarlo, apropiarse subjetivamente del Perú, modificando la noción de espacio en los migrantes.
El cambio de la noción de tiempo
El desplazamiento también configuró la progresiva disolución de la concepción estacional y cíclica del tiempo, hubo un reordenamiento del mismo, se resignificó el pasado y el presente en función del futuro. El tiempo deja de ser ajeno para convertirse en un instrumento para sus fines. La concepción pasadista se convirtió en prospectiva, el pasado cedió al futuro definiendo el presente.
El cambio de las orientaciones psicológico – conductuales
El cambio de espacio y tiempo tuvo consecuencias en el mundo de los valores, actitudes y motivaciones, en los estilos cognitivos y operaciones intelectuales y en la orientación de sus estrategias conductuales.
El descubrimiento de un estilo cultural “cholo” organizado en torno a orientaciones prácticas, instrumentales, presentistas; al culto al trabajo duro y esforzado, al ahorro, a la planificación del futuro, al uso eficiente de recursos, oportunidades y relaciones, al cálculo instrumental de la reciprocidad, al familismo productivo, etc.
La configuración del sentido de la migración por sus consecuencias
Es reconocido que 4 son los cambios más importantes vividos en el Perú: la urbanización, la economía informal, la cultura chola y la organización popular, y ellos no son explicables sin la migración.
De la migración a la plebe urbana: entre nuevas dudas e intuiciones
La migración produjo o contribuyó a producir un sujeto moderno, pero cómo se definió? La cultura chola y la organización popular crea un poblador urbano, informal, emergente, organizador, ciudadano. Los cambios crean formas por las que los migrantes se transformaban a sí mismos y se adaptaban innovativamente a la modernización; es por intermedio de esa modernización que se producen los cambios.
Los nuevos roles que autodefinieron su relación con la ciudad, la economía, la cultura, las instituciones y el Estado, no escindían su personalidad sino que la expresaban de un modo múltiple.
Las ciudades se transfiguraron o se crearon; autoconstruyeron más viviendas que el Estado y el sector privado; crearon miles de empresas informales que se autempleaban, autoexplotaban, pero que no rompían la vida civilizada del país; sus organizaciones imprimieron la dinámica central de la vida nacional; la autoconversión de indios a cholos modificó la relación indio criollo y compiten con la cultura de las clases altas y medias.
La estrategia cultural
Características:
1. Organización de una red de recibimiento y apoyo.
2. Articulación con ciudades de llegada y lugares de partida.
3. La relación productiva en una unidad económica familiar.
4. Una particular modalidad de “moral protestante”
5. Meta mínima de reproducción tanto familiar como productiva.
6. Combinación cambiante y heterodoxa de intereses familias y colectivos, privados y asociativos.
7. Estilo político pragmático, adaptativo, contestatario.
Institucionalidad plebeya e institucionalidad modernizadora
Desde los 50 se avanzó desde una exclusión y marginalidad hasta las fronteras de la inclusión y la integración, pero la relación con la institucionalidad es ambigua: es adaptativa y cuestionadora, funcional y contestataria. Ejemplos de ello son la economía informal, los pueblos jóvenes, la organización vecinal, la cultura chola, la chicha y la cumbia andina.
En cada esfera institucional se creó un paradigma distinto pero coexistente con los paradigmas de la modernización como para autopresentarse. Para Franco los migrantes no invadieron sino que al no poder internarse, la ensancharon y desarrollaron sus márgenes, y también en la economía.
Ello fue posible por el crecimiento entre los 50 y 75, las empresas informales se eslabonaron con las empresas modernas, en sus límites; las organizaciones lograron extender, por presión, los servicios públicos. Pero tenía dos límites: la concentración del poder político y económico, y la explosión demográfica. Los límites fueron infranqueables y la crisis hizo que las estrategias sean de sobre vivencia.
Estilos políticos y culturales
Durante los 50 – 70 las relaciones políticas y culturales se caracterizaron por un presión social y una relación clientelística. La presión se hacía al Estado por servicios o el reconocimiento legal; en cambio la relación clientelística fue estable, aun en diferentes gobiernos, que expresa un pragmatismo cultural y de carácter calculador de su estrategia socio – cultural. Los mismos patrones de relación se repetían con las empresas.
La nueva cultura (o la subalterna como la llaman algunos) no era una simple variante de la moderna. Se autoconstituía en una memoria cultural andina, distinta a la moderna, y en una relación de asimilación, conflicto y recreación de los valores de al cultura dominante. Se constituía en una “cultura conflictiva”.
El registro de una ausencia: el discurso propio
Entre los productos culturales de la plebe urbana no hay presencia de organizaciones políticas propias: no se autorepresentó sino que fue representada. Ello porque no ha organizado un discurso global de sí misma, por ello no devino en sujeto político.
Dicha ausencia se explica por los diferentes compromisos populistas que asumieron, pero el no hipotecarse a algún proyecto político en especial, el autor ve la misma orientación pragmática y utilitaria expresada en otros campos de actuación y relación. En el plano político ellos reprodujeron esa suerte de cálculo costo – beneficio de su estrategia cultural.
Esta adhesión al populismo pudo hacer que la plebe urbana se convierta en sujeto citadino: el populismo fue la forma política de “su progreso” o de la idea de éste.
Franco discute la falta del discurso político de la plebe urbana por la ausencia de medios o instrumentos conceptuales idóneos, como lo plantea Quijano. El autor plantea que sí ha habido una apropiación de la lengua, de una educación universitaria, y de la presencia de dirigentes, pero coincidiendo con Quijano, no se produjo una “clase intelectual”.
Aventurando una explicación
Para Franco si no se elaboró un discurso es porque no era necesario.
Quijano plantea que un discurso no sólo depende de los instrumentos conceptuales sino de un bloqueo que tal vez lo estimule (?), pero para Franco ello sólo produce anomia, apatía. Y ella es producida a su vez por la falta de una historia, de una conciencia de memoria de ello, y de una institucionalidad que encarne los logros. Para Franco esto último sucedió con los indios pero no con la plebe urbana.
Un conjunto ambiguo de comportamientos expresan la experiencia colectiva de la plebe urbana de un límite final para su progreso: transformación de cultura subalterna a una conflictiva; el retorno o la violencia; relegamiento valorativo de los clubes provinciales a favor de organizaciones populares y comerciales; interés en los municipios distritales; crítica de sus dirigentes a los partidos; manejo particular de sus propios asuntos; relanzamiento de movilizaciones masivas y violentas. Todo ello llevaría a una suerte de situación límite que permitiría la creación de un discurso.
El APRA y la izquierda (y que se extiende a toda la clase política) entran en crisis no por falta de “modernidad” sino porque no pueden representar a la plebe urbana. Pareciera entonces para Franco que se estaría gestando un proyecto de autorepresentación política, la asociación popular – democrática.
Explorando en los contenidos del discurso posible
1. La estrategia cultural de la plebe urbana es una mezcla de intereses familiares y privados con los asociativos y colectivos: vincular ambos intereses con los planos de la propiedad, el Estado con los particulares, etc. Ese discurso no es ideológico sino pragmático, no desciende del mundo de las ideas sino asciende del mundo de la experiencia; no es por tanto ni capitalista ni liberal, ni socialista ni estatista.
2. La presión y la transacción basado en el cálculo de beneficios se debe a una orientación negociadora pero que no es revolucionaria sino reformista. Esta asociada al reconocimiento del progreso como una larga marcha en que los logros se obtienen sucesiva y no súbitamente. Accede a la democracia por medio del pragmatismo y no de la ideología.
3. La práctica socio – política se ha direccionado por una voluntad de integración social, la búsqueda de reconocimiento por el Estado y la sociedad. Es una modalidad participativa de integración. Les conviene participar del Estado porque de otro modo no podrían obtener los mismos beneficios, que deviene de un conocimiento de sus propios intereses.
4. Orientación distribucionista que viene de su presión al Estado, basada en sus precarias condiciones y en una necesidad de desconcentrar el poder y la riqueza. Para muchos analistas de distintas tendencias políticas, ello se percibe como una amenaza de presión incontrolable. Para Franco ello puede ser cierto si se mantiene una perversa dialéctica entre “lo ajeno” y “lo propio”. La orientación negociadora de la plebe se articulará mejor con la orientación al ahorro y al uso escrupuloso de factores, cuando cambie la relación entre la plebe y el Estado, titular de los recursos “ajenos”.
5. El desarrollo económico que comparten los pobres debe incluir su experiencia productiva, puesto que la norma que la orienta puede transformarse por su acceso al capital, la tecnología y el Estado. Y aunque el familismo productivo tiene sus límites, la combinación de este con la tecnología puede revolucionar el papel de la pequeña empresa. Se debe considerar también aquella particular forma de “moral protestante”: la confianza a la propia capacidad, la opción por el riesgo calculado, la organización de recursos según metas definidas, la apertura a oportunidades y su aprovechamiento eficiente.
6. Es preciso plantear que la plebe forja su cultura en el campo problemático de la relación entre las culturas india, criolla y”occidental”, y por ello es la primera síntesis y reelaboración colectiva de las vertientes de las tradiciones o corrientes culturales del Perú del siglo. Es hija de la migración, con orígenes andinos, pero también es hija de la modernidad. También tiene su origen en la cultura costeña. Por ello para Franco, es en la plebe urbana que se gesta un proyecto ancho e integrado de la idea de nación.
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