Clase de Durkheim

Oct. 16, 2003
Alumno: Hugo C.

Un término clave en el planteamiento de Durkheim es el de “objetividad”. La objetividad se presenta como característica del método científico. El objeto de estudio de la Sociología es objetivo; por ejemplo, no puede entenderse a través de características subjetivas de individuos tomados aisladamente. La ciencia trabaja con realidades objetivas u “objetivadas”, que deben ser tratadas como si fuesen cosas. Sin embargo, la objetividad debe ser entendida por la subjetividad; en este caso por el científico. Él no va a dejar de ser un individuo. La objetividad es una característica que debe ser alcanzada por una subjetividad.

Durkheim entiende a esta subjetividad en los siguientes términos. La ciencia es una actividad realizada por individuos, es decir, por personas. Esta condición de ser científicos sólo se explica por la sociedad en la que viven. Debido a ella las personas son seres morales; es decir, dotados de una moralidad.

La sociedad moderna se ve a sí misma como una sociedad basada en los individuos. El individualismo, sostiene Durkheim, normalmente es asimilado a nociones de utilitarismo y egoísmo. El individuo es tomado como ser supremo, sus deseos e intereses son “últimos”, todo debe inclinarse a su paso. Pero frente a esta primera noción de individualismo se opone una segunda, en la cual lo individual queda superditado a ideales superiores, que tendrían que ser ideales colectivos: hay un individuo que puede ser considerado la base de la moralidad en la medida en que sea visto como instancia de una noción universal. En cambio en el individualismo en el cual el individuo se convierte en un absoluto, dicho individuo quedaría reducido a una suerte de ego.

Para el segundo individualismo la noción de hombre termina siendo sagrada, el hombre termina siendo intocable. Esta actitud prudente hacia la vida es una religión, en la cual el hombre es a la vez creyente y Dios. El individualismo como lo defiende Durkheim no consiste en la proliferación del “yo”, sino del individuo en general.

Para Durkheim, el libre examen no es la consagración de la incompetencia. Si me adhiero a las opiniones de los que saben respecto de determinado asunto, no estoy poniendo en riesgo mi propia capacidad intelectual. Es normal aceptar lo que dicen otros sobre temas en los que ellos tienen competencia y yo no. Existe una razón que preside la búsqueda de conocimiento. Esta razón es la base de la autoridad. No existe una anarquía de “n” opiniones, sino que se trata de la opinión fundada en un conocimiento dado. El racionalismo no es, en modo alguno, incompatible con el respeto a la autoridad; en la medida que la autoridad está racionalmente fundada.

Durkheim liga el individualismo entendido en una forma positiva con el cristianismo. Establece así un trípode entre el Cristianismo, la noción de Individuo y la Ciencia. La originalidad del cristianismo consistía en un desarrollo notable del espíritu individualista. Cuando la religión estaba hecha totalmente de prácticas externas lo espiritual estaba ausente. El cristianismo demostró en su “fe” interior, en la condición personal del individuo, la condición esencial de la piedad (entendida ésta como respeto a lo sagrado).

El cristianismo sostenía que el valor moral de los actos tenía que ser medido según la intención, independientemente del resultado objetivo de dichos actos. Esto deriva en que un objeto preeminentemente interno, como es la intención, sea el objeto juzgado, y no el resultado objetivo de un determinado acto. De esta manera, el centro mismo de la vida moral fue trasladado de lo externo a lo interno, y el individuo fue elevado al nivel de juez soberano de su propia conducta, que debía dar cuenta sólo a sí mismo y a su dios. La estrecha relación entre cristianismo, individuo y ciencia explica, según Durkheim, el rápido progreso logrado por ésta desde el momento en que se establecieron las comunidades cristianas.

El punto de vista central de Durkheim es un punto de vista moral. De lo que se trata es de la moralidad que una sociedad puede producir. Para él, una sociedad con una división del trabajo desarrollada puede producir una moral en la cual estos valores puedan ser plenamente realizados. No se cae necesariamente en el egoísmo o en la anarquía. Según Durkheim, esta sociedad tiene bases morales suficientes para poder restablecerse y desarrollarse de manera dinámica y parcialmente armónica.

El individualismo que Durkheim suscribe es uno estrictamente social: es sólo sobre determinadas bases sociales que este individualismo ha podido desarrollarse. Dichas bases son 1) la división del trabajo, y 2) el cristianismo.

El énfasis en la moralidad de los actos, en la conciencia del individuo que está en contacto con un Dios que lo va a juzgar moralmente, es algo que no aparece en religiones antiguas. Aparece como una base intelectual para desarrollar la noción de individuo. Como se trata de una religión no se trata de una noción que vaya a quedarse atrapada en el estrecho círculo de unos cuantos intelectuales, porque la religión es un campo que existe para todos.

La noción de pecado sólo puede existir si hay un individuo que tiene libertad para o actuar bien o actuar mal. Hay un individuo que puede ser tentado, y ante eso, puede ceder o resistir. Esto causa que el individuo sea sustancialmente moral. El individuo es quien se salva o se condena. En el planteamiento de Durkheim hay una continuidad entre cristianismo y ciencia. La ciencia fue impulsada y desarrollada de categorías que eran centrales en la religión.

En las condiciones actuales el individualismo es algo ineludible, pero no entendiéndolo como en el S. XVIII, como la búsqueda de libertades políticas, sino que ahora la libertad política debe ser vista como un medio y no como un fin. Su valor depende de la forma en que sea usada. Si no nos sirve para un fin que está más allá de ella misma, no sólo es inútil, sino que se convierte en peligrosa.

Hoy en día no podemos limitarnos a una libertad negativa: la libertad entendida como ausencia de límites. Para preservar los logros anteriores es necesario que vayamos más allá de lo que fueron éstos. Si no aprendemos a trabajar a actuar con los medios de acción que tenemos, éstos pierden su valor.
Debemos hacer uso de nuestras libertades para buscar lo que debemos hacer y hacerlo. La libertad es un instrumento delicado que cada cual debe aprender a manejar. Toda la educación moral debería estar organizada hacia ese fin.

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